Comunidad sirio-libanesa: manteniendo viva la llama de abuelos y padres

En la avenida San Martín, entre Lavalle y Alberdi, se encuentra la plaza Siria que rinde homenaje permanente a la mencionada república de Medio Oriente como también a quienes llegaron a nuestro suelo a fines del siglo XIX y en el XX procedentes de aquella región del mundo.
Allí se reúnen sus descendientes convocados por diversos motivos, como por ejemplo, cada 17 de abril recuerdan la Independencia de Siria, acto que es organizado por el Ateneo Cultural Sirio Libanés, siempre acompañados por el párroco de la iglesia San Jorge.
Las raíces son muy profundas en nuestra ciudad. La mayoría de los inmigrantes procedente de ese país del Oriente Medio, luego de pisar el suelo argentino y conocer nuestra ciudad, decidió radicarse en este suelo, concretamente en el barrio “las Morochas” .
A partir de allí  le pusieron también el barrio de “los turcos". Aunque en su momento, en una consulta que le hice a Rosita Elias, presidente de la Asociación de Colectividades del Partido de Junín, me comentó que “inmigrantes turcos no hay en Junín. Turquía fue la nación que menos inmigrantes lanzó al mundo. Hace casi cuatro años hicimos un censo a través de la Asociación de Colectividades, y hemos detectado que en Buenos Aires hay solamente trescientas familias turcas, nada más, o sea que la mayor inmigración fue de italianos, españoles y sirios".
Actualmente se puede estimar en más de mil familias descendientes de sirios libaneses, lo cual demuestra la profunda incidencia en la ciudad de la colectividad y vale mencionar, como ejemplo, que Rosa Elías es hija de inmigrantes nativos (su padre tiene 102 años y su madre, 98 años).
De esta manera tanto la ciudad como la colectividad se encuentran muy arraigadas y tal es así que constituyeron entidades que recuerdan los orígenes y preservan la cultura como por ejemplo la Sociedad Siria de Socorros Mutuos, la iglesia ortodoxa San Jorge y el mismo Ateneo Cultural Sirio Libanés. La intención es mantener el arraigo y que no se pierda el esfuerzo de esos inmigrantes, que llegaron y fundaron esos organismos para sus hermanos que venían desprotegidos y así poder cobijarlos, tendiendo la mano uno al otro, tratándose mantener viva la la llama originaria transmita a hijos, sobrinos y nietos para que las esencias no se pierdan.





El relato de una inmigrante siria que llegó a este suelo.
Mary Kassis: “Argentina da amplias posibilidades a quien viene de otro lado”
Escribe: Roberto Torres
Redacción de LA VERDAD
Mary Kassis llegó a la Argentina a los 18 años de su Damasco natal -capital de Siria-. “Me impactó este país. Yo había llegado con la idea de volver a mi tierra, pero me gustó porque pensé que aquí iba a vivir mejor, además de que comencé a soñar de tener a mis hijos en un lugar en paz”, contó a LA VERDAD, al comentar porque llegó a estas tierras.
“Para nosotros, lo que se vive allá, es normal. Mi abuelo decía “Yo nací en la guerra y voy a vivir en la guerra” al igual que después lo repetía mi papá”, comentó.
Un hermano mayor de Mary, Miguel, llegó primero a la Argentina y proyectaba retornar a su nación, pero ante el deseo de su hermana de quedarse en este país, no lo hizo y finalmente se recibió de médico. En esa época comenzaba la guerra del Líbano -década del ´80- lo cual reforzó la decisión de ambos de quedarse.
A ellos se unió luego un tercer hermano, Muafk -quien actualmente tiene una joyería en nuestra ciudad- que llegó a estas latitudes al terminar el servicio militar en su Siria. Los tres obtuvieron la ciudadanía argentina.
Hoy Mary es mamá de tres hijos argentinos: uno de 24 años que hace poco se recibió de ingeniero y dos hijas: una joven de 21 años -cursa cuarto año de Física Medica en La Plata- y una adolescente de 17 años- que este año termina sus estudios secundarios.
A ellos les habla de su patria natal, la que desean conocer por ser la tierra de sus ancestros y precisamente Mary está pensando ya en hacer una visita a su familia residente en Siria para lo cual ya está preparando la gestión del pasaporte.
Sus padres, Jorge (85) y Luisa (83), también están viviendo en nuestra ciudad junto a sus tres hijos.
Más allá de la belleza natural y la calidad de su gente, a Mary -junto a sus hermanos- la atrapó la libertad y la forma de vida de este país al que no dudo en calificar como “un paraíso, en todo sentido. Argentina da amplias posibilidades a quien viene de otro lado: puede estar libre, hacer lo que desea. Es algo muy importante, muy valorable”.
"Argentina puede dar de comer al mundo. Quien quiera trabajar, como yo, puede hacerlo. A mí me educaron en el trabajo y el ahorro y por eso pude avanzar en este suelo”, destacó.
Para ella también es envidiable la abundancia del suelo argentino: “Nosotros, en Siria, tenemos montaña. La rompemos y ponemos tierra arriba y cultivamos algodón y arroz. Yo quiero mucho a la Argentina. Acá, si se propusieran sembrar solamente las banquinas de las rutas, podría dar de comer a muchos. Hay mucha riqueza en la tierra”.

Idioma

Mary superó todas las barreras en su integración, incluyendo el idioma y hoy habla a la perfección el castellano. Curso estudios secundarios en la Escuela Media 4 de nuestra ciudad (que funciona por la noche en el inmueble de la Escuela 1), lo que le permitió afianzarse y vencer limitaciones.
En su Siria nativa, tiene una cuarta hermana -Antuanet, que trabaja en un banco-, además de tíos y sobrinos pero detalló que los Kassis -de raíces católicas en un país donde el 90 por ciento de la población es musulmana- también tienen familiares en Dubai y Francia.
Por su condición de católicos, la familia de Mary -al igual que otros que profesan la misma fe- se encuentran limitados en el ejercicio cívico y político, allá en su Siria natal.

Recuerdos y vivencias

Cuando se le preguntó qué recuerdos tiene de Damasco, respondió: “Más que nada el Centro Popular, donde al entrar uno se siente árabe de verdad. Acá uno rescata cosas muy lindas, pero también allí hay cosas lindas”.
"Hoy aquí puedo respirar y vivir con total libertad. Allí (en Siria) las mujeres estamos muy limitadas producto de una cultura y tradiciones de muchísimos años. Esto se profundiza en otros países como Irak, por ejemplo”, contó.
A Mary le tocó vivir una situación delicada junto a su hija menor el año pasado. La jovencita recibió un implante y eso le permitió entrar en contacto con el sistema de salud argentino, profundamente lo que la llevó a resaltar que “no deja de ser el Hospital público lo mejor de la Argentina. Es algo muy importante”, destacó.
“Quiero agradecer a todos los que estuvieron al lado mío. Ya cumplió un año del implante y todo va de diez. Es fabulosa la gente del Hospital de Niños de La Plata”, puso de relieve Mary, una enamorada y agradecida de este país que le abrió los brazos, la recibió junto a su familia y le permitió conocer una realidad distinta, a pesar de que nunca se olvida de su tierra natal, de sus recuerdos y vivencias que le sirven para valorar y ver las cosas que por allí, los argentinos no nos damos cuenta o no las sentimos en toda su magnitud.

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