Susana Bogey, la entrevista a una sobreviviente

Una de las víctimas del accionar represivo que asoló a nuestra ciudad, Susana Bogey, esposa de Hugo Torreta (desaparecido), cuenta su calvario





 
Tras los juicios contra represores juninenses realizados en 2015 en nuestra ciudad, JUNINHISTORIA dialogó con Susana Bogey –esposa de Hugo Torretta, uno de los juninenses desaparecidos-. Acá reproducimos su reportaje del 9 de febrero de 2015 en homenaje a todos los que padecieron el accionar represivo.
Susana  también fue víctima del accionar represivo y desde siempre, junto a otros tantos valientes juninenses desanduvieron un camino lleno de piedras y obstáculos, con no menos sinsabores, para llegar a esta instancia, producto de una lucha inclaudicable junto a organismos de derechos humanos.
Las sensaciones son encontradas pero “tenemos el orgullo de pertenecer a una Nación que puede decirse que es la única en Latinoamerica que tras una brutal dictadura genocida está enjuiciando a sus represores”.
“A pesar del punto final y la obediencia debida, el gobierno de Alfonsín, ordenó el enjuiciamiento de toda esta gente que en ese momento estaba al mando de tropas”, recordó Bogey mencionando que “aún con el entramado de garantías, que no le dieron a sus víctimas, se llega a esta instancia. El objetivo final es hacer justicia, no es venganza”.
“Sabemos que las manos ejecutoras fueron otras,  que los que dieron nuestros nombres y nos señalaron, fueron otros y siguen circulando en las calles de Junín, con el agravante que saben que los denunciamos. Esto nos pone en una situación de vulnerabilidad especial y nos deja una sensación de justicia incompleta lo que no quiere decir que nos gratifique el proceso judicial en marcha”, señaló.

¿COMO ERA HUGO?

“La primera imagen que uno tiene de Hugo cuando lo recuerda es que era un tipo alegre, muy optimista, muy idealista, soñaba con una sociedad mejor. No preguntaba porqué ante cualquiera que los necesitaba por algún problema”, así describe Susana a su esposo. “Siempre estaba al lado de todos ellos, cuando llegaba a su conocimiento que alguien necesitaba una mano solidaria”.
“Nosotros nos casamos muy jóvenes. El era mecánico y si lo llamaban a las tres de la mañana porque un auto se rompió en la ruta, salía a auxiliarlo”, rememora a la hora de graficar su enorme solidaridad y espíritu de entrega.
“El día que declaré –agrega- hubiera cumplido 63 años”. 
Tenía 27 años cuando fue detenido por los secuaces de la dictadura genocida.

¿QUE ES DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS?

“La historia no es la película de la videocasetera que empieza cuando uno llega y aprieta el botón. La historia empezó antes y que las impunidades que hoy tanto indignan a unos, son hijas de aquellas impunidades de ayer que todavía estamos tratando de terminar. Las que se ven, que son solamente la punta del iceberg y lo que está debajo: que son los poderes ocultos que han actuado desde siempre, los verdaderos poderes detrás del trono, que han usado otras manos ejecutoras pero que han sido los artífices políticos e ideológicos de estas cosas y que son los mismos que siguen actuando, con anuencia de gran parte de nuestra sociedad, de todos los que el otro día con tanta facilidad llenaron la plaza local para pedir justicia por el fiscal Nisman pero nunca acompañaron a las madres y familiares de 35 chicos de Junín y tres bebes por nacer”, señaló.
“La Justicia debe alcanzar a todos pero se debe ver en qué contextos se dan las cosas. No olvidarse del pasado. Todos los problemas sociales tienen que ver con la ruptura del tejido social, de la cadena solidaria y del amor por el otro, algo que no difiere mucho de los mandatos esenciales de la Iglesia de amar al otro como a ti mismo o de lo que decía el Che: Que te duela la injusticia cometida contra cualquier hombre del mundo como si fuera contra ti”, reflexionó Susana en un diálogo profundo mantenido con JUNINIHISTORIA.
“La deshumanización nos hace retroceder –destacó-. A eso no debemos volver. Ningún dolor es tan gran como para justificar. Eso significa la defensa de los derechos humanos. No como creen algunos que es abrir las puertas de las cárceles, sino respetarnos en nuestros derechos esenciales: a la vida, a la seguridad, a la familia. La seguridad incluye esto. Nuestra lucha no es contra instituciones, contra ningún colectivo social. Es contra las personas que desvirtuaron los mandatos sociales que tenían ya que habían sido revestido de un poder público para cumplir con su rol específico”.

LA CAUSA

Después de 37 años, Junín está comenzando  a saldar las cuentas con el pasado. Siete represores –ex militares y ex policías bonaerenses- fueron juzgados por el tribunal oral Federal N°1 de La Plata por secuestros y torturas contra 24 personas, entre ellas tres desaparecidos: Hugo Torreta, Ademar Romié y Gilberto Mesa.  Otros 36  juninenses fueron desparecidos durante la última dictadura mientras estudiaban, trabajaban o militaban fuera de la ciudad. Los jueces Carlos Rozanski, Pablo Vega y César Álvarez, instalados en la Universidad Nacional del Noroeste, escucharon desde el 26 de noviembre de 2014  –fecha en que comenzaron las audiencias- a más de 140 testigos.  
En el banquillo de los acusados hay seis policías y sólo un militar: el coronel retirado Ángel José Gómez Pola, que estuvo a cargo del Área 131 y fue subordinado directo de Félix Camblor, ya fallecido, que regenteó los centros clandestinos que estuvieron en la Subzona 13.
El circuito represivo en esta subzona se tenía su epicentro por la comisaría 1° de Junín, donde estuvo detenido Hugo Torreta. También la Unidad N° 13 -en construcción- del Servicio Penitenciario Provincial y la Unidad Regional VIII de la Policía Bonaerense con asiento en Junín. Otro lugar que funcionó como “chupadero” fue el “Destacamento Morse” o “Puesto de vigilancia Morse”, a 25 kilómetros de la ciudad. En algunos casos los límites del circuito eran laxos, y los secuestrados deambularon por otras comisarías de Vedia, Rojas o Chacabuco, próximas a Junín.
Entre los policías figura el comisario retirado Abel Oscar Bracken, que tuvo a su cargo la comisaría, junto al entonces oficial subinspector Julio Angel Esterlich y el ex suboficial inspector Francisco Silvio Manzanares, todos de la misma dependencia.
También es juzgado el ex oficial subinspector de Policía Miguel Angel Almirón, quien estuvo a cargo del Destacamento Morse, y el ex médico policial Aldo Antonio Chiacchietta, que solía “controlar los signos vitales” de los prisioneros en las sesiones de tortura.

LA CACERIA DE LA COART

A fines de 1966, los artistas de Junín se juntaron en una Coordinadora de Arte que llamaron COART. Se asociaron grupos musicales y teatrales, escritores, titiriteros, poetas, fotógrafos, pintores y escultores, que llegaron a representar el 90% de los artistas locales. Solamente los cines, que estaban administrados por empresarios no adheridos a COART, quedaban fuera de la gestión de esta coordinadora. En ese momento, en el que asumía el gobierno el radical Arturo Illia, ya la mayoría de los integrantes del COART se definían como anti-peronistas y eran militantes activos del MID (Movimiento de Integración y Desarrollo). Sin embargo, no podían imaginar que aquella membresía les significaría en el futuro el cautiverio y la tortura.
En marzo de 1973, plena campaña electoral de Héctor Cámpora, Junín era un hervidero: como en muchos lugares, la derecha e izquierda del movimiento se disputaban la conducción de las bases. En julio, después de la Masacre de Ezeiza, unos matones de la Juventud Sindical Peronista (JSP) irrumpieron con armas largas en el teatro “La Ranchería” mientras se presentaba un libro escrito por Rubén Liggera -víctima del juicio- organizado por la COART, a los gritos, denunciando que era un espectáculo marxista.
En enero de 1977, se produjo una de las caídas en serie más recordadas de la ciudad, que se está juzgando desde noviembre del año pasado. La madrugada del 24, un grupo de tareas formado por militares del Comando de Artillería 101, policías y paramilitares –algunos de los ex miembros de la JSP que habían entrado armados a “La Ranchería”– secuestraron a once personas, todos relacionados de manera directa o indirecta con la COART. Los días siguientes, tres personas más –vinculadas por lazos personales al grupo- fueron secuestradas.
Los diarios locales no publicaron durante una semana ni un párrafo sobre las desapariciones, a pesar de que muchos eran artistas conocidos en la ciudad. Recién el 1° de febrero reprodujeron un comunicado oficial del Comando de la Subzona 13, informando que habían detectado “una organización de extrema izquierda relacionada con la banda de delincuentes subversivos autodenominada ERP” que “utilizando los nombres de diversas asociaciones culturales: música, arte, poesía, teatro, etc. encubría su actividad de proselitismo y adoctrinamiento”. En el mismo comunicado, se les adjudicaba atentados contra “la sede de la Sociedad Rural”, “el Club Social de Junín” y la “Liga Agrícola Ganadera”. Entre los “combatientes” secuestrados estaban el director del “Teatro de Abril”, Ariel De Siervo; el creador y director del coro polifónico “Vocal J”, Juan José Martín; el escritor y a su vez cantautor del grupo musical “Cáncer”, Rubén Américo Liggera; la representante del grupo de letras “Asterisco”, Imelde Sans de Peris; el pianista Armando Álvarez y su novia, Ana María Rinaldi.
Aunque les habían adjudicado públicamente atentados con bombas, y muchas veces aquello significaba una condena de muerte, los 14 cautivos fueron puestos diez días después a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Tal vez porque entre las tres personas secuestradas después del 24 de enero estaba Benito Gorgonio De Miguel, que en ese momento era el referente provincial del MID y lo habían nombrado hace poco gerente general de Racing Club. El propio Arturo Frondizi hizo gestiones por él en el Primer Cuerpo de Ejército. Antes de ser blanqueados, los detenidos pasaron una semana de tortura en la Unidad Penitenciaria N°13, que en ese momento aún estaba en construcción, y servía, al igual que la Comisaría 1° de centro clandestino de detención. Muchos terminaron en la Unidad 9 de La Plata, antes de recuperar la libertad.

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