Malvinas: Los cañones de Junín en las Islas: Cómo fue la movilización del GA 101 y la partida hacia el frente

Cómo se vivió desde dentro de la Guarnición Militar Junín el partir hacia el sur argentino para unirse a las tropas que participarían del conflicto del Atlántico Sur. Las preocupaciones, los temores y desafíos. Los equipos, armas y vehículos que se desplazaron al sur. La historia de TOM, el perro soldado del GA 101.





(Extraído del libro "Así Combatimos", G.A. 10- año 2012)

El día y la hora de partida para el sur era inminente pero también incierta. Con las primeras luces de la fría mañana del viernes 16 de abril, se veía que llegaban por las calles adyacentes  al cuartel vehículos repletos de familiares de los soldados conscriptos. Estos eran no sólo de la ciudad de Junín, sino también de las localidades vecinas. El punto de reunión fue el primer puesto de control de la Guarnición. El momento tan esperado llegó y desde ese puesto se les permitió a los familiares pasar para estar, aunque más no sea unos instantes, con sus hijos.

Hubo mucho entusiasmo, expresiones de júbilo, sonrisas nerviosas y se palpitaba un sentimiento de orgullo especial. Estas vivencias no hicieron otra cosa que mostrar lo importante de la causa y el respaldo a la misma de toda la población, inclusive de aquellos que estaban enviando a sus hijos a defenderla.

En horas de la tarde de ese viernes 16 se hizo presente en el cuartel el Jefe de Grupo; su vehículo fue rodeado por las familias que prácticamente se precipitaron sobre el teniente coronel Norberto La Valle. Hubo mucho diálogo entre familias y jefe. Voces entrecortadas por el llanto y la emoción. Preguntas y respuestas se repitieron durante minutos. Había un anhelo de saber qué sucedería, ya que desde muchas horas antes se señalaba que de un momento a otro las tropas partirían. Ante la mirada preocupada de los padres, y a respuesta de una ráfaga de preguntas, el teniente coronel expresa: "Tengo el compromiso de traerle a sus hijos vivos".

La mañana del 17 de abril aún había escepticismo sobre un acuerdo que según se decía la noche anterior, estaba prácticamente definido. O por lo menos así lo demostraban las apariciones en la prensa nacional e internacional, de funcionarios argentinos que destacaban el positivo avance en las negociaciones.

Sin embargo, otro era el clima en el Grupo de Artillería 101. Por la calle principal de acceso al cuartel  comenzaron a desplazarse los primeros vehículos pesados, con personal y material bélico con destino a la estación de ferrocarril de la ciudad.

A media mañana salió por el Puesto Uno, ingreso al cuartel, toda la Unidad; las tres baterías de tiro con sus organizaciones completas (seis cañones cada una) más la Batería Comando y Servicios. Entre los materiales y vehículos se veían jeeps, camiones Fiat 697 (El camión Fiat 697 fue provisto al GA 101 como vehículo de arrastre del cañón Sofma 155 mm. Este camión, que era prácticamente nuevo, era del tipo 6x6 -tracción en los tres ejes y en las seis ruedas- con un potente motor que lo hacía ideal para desplazar, inclusive a campo traviesa, los 8.200 kilos del material de artillería. Aún hoy prestan servicio en una de las baterías de tiro de la Unidad), ambulancias, Unimog y REo, los que transportaban no solamente los cañones sino también carros aguateros, cocinas y acoplados de distinto tipo. También formaba parte de los vehículos una grúa y el camión taller. 

Entre los equipos se contaban carpas de distinto tipo (mutiuso y comando, las primeras de grandes dimensiones y hacían honor a su nombre: eran utilizadas como depósito, comedor, alojamiento, etc. Las comando eran más chicas, destinadas normalmente a alojamiento y en algunos casos como puesto de guardia o un pequeño depósito. Ambas eran de lona impermeable, sin piso y montadas sobre una estructura de caños de aluminio).

A todo lo mencionado se agregaba equipo de comunicaciones, ropa extra y otros equipos.

Cada hombre llevaba un fusil FAL calibre 7,62 mm. Algunos, de acuerdo a su rol de combate o puesto de trabajo llevaban pistola calibre 9 mm, fusil FAP, ametralladoras calibre 12,7 mm y MAG. Además se sacaron de los depósitos y se distribuyeron granadas para  fusil del tipo PDF y PAF, granadas de mano, pistolas ametralladoras PAM calibre 9 mm y pistolas para bengalas, entre otras.

La unidad quedó conformada entonces con el personal de cuadros y soldados clase ´63 que ya prestaban servicio en el Grupo de Artillería, más aquellos oficiales y suboficiales recién llegados de otros destinos, y los soldados clase ´62 reincorporados. El lugar de reunión fue la estación del Ferrocarril General San Martín
El GA 101 rumbo a la estación de ferrocarril de Junín
Así recuerda el entonces cabo primero Omar Liborio: "Llegó la orden de embarcar en la estación del ferrocarril y la unidad se trasladó hasta el andén de la ciudad. Como todavía nos faltaba entregar algunas camperas que llegaron a último momento, fui el último en salir del edificio de la batería. Afuera me esperaba un camión Fiat con equipos y mis soldados auxiliares. Tomé el último manojo de camperas para ser entregados en el andén del ferrocarril  y salí para el camión".

Sin embargo, a Liborio le sucedería antes de subir al camión que lo estaba esperando, algo muy especial: "En eso se me cruza un perrito de raza indefinida que habían criado los soldados en la caldera que me hizo tropezar; lo eché, luego volvió a cruzarse y casi me hace caer, fui ahí que con todo el apuro lo levanté y lo cargué al camión. Se lo dí al soldado Gabriel Cepeda de la ciudad de Bragado, quien asombrado me pregunta ¿y esto mi cabo primero?. Le contesté: Casi me hace caer dos veces así que va a Malvinas con nosotros. El soldado se puso contento y me preguntó cómo se llama. Yo no sabía pero le dije desde hoy se llama TOM ¿que te parece? ¿Poqué Tom? me preguntó, porque vamos al Teatro de Operaciones Malvinas (TOM). Se transformó en nuestra mascota (ta vez el más querido y mimado de todos). Nunca se separó de nosotros".

Y ahí empezó la odisea de Tom. Para que no lo vieran los superiores pasó de un bolsón a otro; o se lo tapaba con una manta. A veces estaba debajo de la campera de un soldado, sacando apenas el hocico para poder respirar. Así fuimos viajando desde San Antonio Oeste y por carretera a Comodoro Rivadavia. Allí acampamos unos días. Tom pasaba desapercibido. 

Tom era un soldado más movilizado del Grupo de Artillería 101".
El material es cargado en los vagones del ferrocarril en Junín


Durante todo el día sábado 17 de abril, mientras se cargaba el material, podía observarse el buen clima que reinaba entre las tropas que se preparaban para viajar. No faltaban los chistes y anécdotas que distendían a todos.

Los materiales eran subidos en la estación a vagones de carga que conformaban tres formaciones o trenes independientes. La tarea no era fácil por cuánto no se tenía mucha experiencia al respecto. Recuerda el sargento ayudante Garnica: 

"A mí me tocó participar de la carga de los cañones a los vagones. Para el tercero ya habíamos ganado confianza y lo hacíamos sin problemas. Una vez más recibimos la ayuda de la gente. Esta vez fue mi propio suegro, Alberto Santiago Balmaceda, el que nos dio una mano para amarrar los cañones una vez que estaban arriba de los chatones de carga".

LA DESPEDIDA

Y llegó el día del embarque y salida. Durante la madrugada del día domingo 18 de abril se ultimaron detalles en los carretones sobre los que había material bélico. El personal fue llegando a la estación ferroviaria. Allí se produjeron los encuentros de mayor emoción. El argentino es una persona demostrativa y ante todo muy afectiva. En nuestra sociedad, la familia constituye el pilar sobre la que ésta se asienta. De allí que aquellas familias que despedían a sus hijos lo hacían con abrazos y besos. Había lágrimas por todos lados. Fue realmente fue emocionante y conmovedor.

Todo el personal de la Unidad formó en el andén para ser presentado al Comandante de Artillería coronel Luis Scaparoni, quien los despedía como oficial más antiguo de la Guarnición. lo hizo con breves palabras pero aconsejándoles tener siempre presente las enseñanzas adquiridas en los períodos de instrucción.

Posteriormente el teniente coronel La Valle arengó a la tropa pronunciando finalmente la tradicional fórmula de "subordinación y valor". La respuesta no fue otra que la de "para defender a la patria" dicha al unísono y con energía. Esto le dio más emoción a lo que ya se estaba viviendo, por cuanto reflejaba el compromiso de los que partían para defender Malvinas.

El mismo jefe de unidad recuerda aquel emocionante momento: "En la marcha hacia la estación estuvimos flanqueados por gran cantidad de público al igual que en la estación. Todos nos despedimos durante la estadía en esa terminal, mientras cargábamos el material.

Había una gran afluencia de público y medios periodísticos. La despedida fue realmente muy emocionante. Se combinaban risas y llantos, aplausos y gritos, nadie pasaba inadvertido en la multitud encabezada por el intendente municipal y el comandante de Artillería. Todo el mundo estaba consciente del riesgo que corríamos y a dónde íbamos..."

Así lo recuerdan otros protagonistas. Comenzamos por Liborio: "En el andén del ferrocarril fueron conmovedores los momentos vividos. Fue todo demasiado rápido. La gente nos despidió con euforia y a pesar de la tristeza creo que se tenía conciencia de que la causa era justa y soberana".

El soldado clase ´62, Adrián Polo,dice: "Apenas hubo tiempo. Llamé a mi familia para decirles que me iba. Viajaron inmediatamente y recuerdo que la despedida fue en la estación de trenes. Muy triste pero no por eso menos orgullosa".

El ahora suboficial mayor Videla: "En el andén había mucha gente eufórica llorando. Los soldados también lloraban. Por mi parte yo sólo hablé por teléfono con mi familia, la última vez que la vi fue el último regreso de franco que tuve en la Escuela a principios de marzo de ese año. Recién pude reencontrarme con mis seres queridos en los primeros días del mes de julio".

El sargento ayudante Parada comparte: "En esos años era soltero y la despedida no fue tan dolorosa. Fue con la gente que se volcó hacia los trenes para saludarnos y regalarnos cosas. Recuerdo gente llorando y abrazándonos sin siquiera conocernos, pero dándonos fuerza y apoyo. Era muy emocionante fueron momentos que uno nunca se olvida".

Sin embargo, no todos eran solteros. Así como los hijos se despidieron de sus padres, hermanos y novias, también hubo padres que tuvieron que despedirse de sus esposas e hijos. Uno de ellos era el sargento ayudante Garnica: "Estaba realmente muy ocupado con mi trabajo de preparar todo para marchar al sur así que mucho tiempo para pensar y lamentarme por la partida no tuve. Sin embargo, la despedida no fue fácil.

Recuerdo antes de salir pude pasar por casa a saludar a mi familia. Mi hijo que por entonces tenía cinco años me preguntaba si me podía acompañar. Para mi esposa y el resto de la familia tampoco fue fácil la despedida, como seguramente tampoco lo fue para la mayoría de los que partían para el sur".

Entrevistado en el lugar por un medio local, el jefe de Grupo ponía cierre a la despedida entre el GA 101 y sus familia: "El personal tanto de soldados como de cuadros está sumamente ansioso de salir y cumplir con nuestra misión en el lugar donde se nos asigne. Sin dudas el espíritu que nos anima para asumir nuestras responsabilidades cada vez es mayor".


Finalmente cuando el tren comenzó a rodar y tal como es costumbre en el Ejército, la Banda Militar, la Banda Militar ejecutó una marcha, esto mientras se agitaban pañuelos blancos desde el andén y salían brazos de las ventanillas saludando a los que se quedaban.


HACEN POSIBLE LA RECONSTRUCCION DE LA HISTORIA DE NUESTRO PASADO EN JUNIN



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