Palabras de Meinrado Hux al cumplir sus 90 años

“Los quiero y los querré siempre”
El Padre Meinrado Hux junto a sus libros, su gran tesoro.

El P. Meinrado, en la ceremonia por sus 90 años, leyó un texto autobiográfico que nos entregara y aquí reproducimos:
“Con las palabras de María Santísima doy gracias de Dios por los muchos beneficios que he recibido en los 90 años que hoy puedo recordar con ustedes. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque me ha mirado con amor.
Mi primer agradecimiento evoca mi feliz nacimiento, el 1 de abril de 1921, mi mamá se llamaba Marta Meienberger. Era una santa. Y al otro día recibí el santo bautismo en Tobel, Kanton Thurgau, Suiza. Gritaba, decían, y el cura reía: Va a ser buen cantor… Luego subió papá a la galería del órgano (Bernardo Hux era mestro y músico) y yo escuchaba atentamente.
Recordando mi niñez, tengo muchos detalles. Digamos solo que allí recibí la primera formación. El 15 de abril fue mi primera comunión. Yo era monaguillo. Éramos 5 hermanos: Cecilia, Edgar, Bernadet, María Guido y Angelus. Los 5 vivimos aún.
Para que recibiera una buena formación secundaria, me mandaron a Einsiedeln. Del colegio internado de 800 alumnos tengo muchos recuerdos felices. Egresé en 1942 con el título bachiller.
En septiembre de 1942 me recibieron con alegría en el noviciado. En septiembre de 1943 hice los primeros votos. Recibí la formación monástica y teológica. A la vez me permitieron perfeccionarme en el estudio del violín, que había iniciado con mi papá a los 6 años.
Me sentía feliz con el canto gregoriano y polifónico de la liturgia en el santuario de la Virgen negra. Y en el año 1946 fui ordenado sacerdote. Ustedes me conocen como Padre Meinrado, pero este es mi nombra monástico que llevo desde mi profesión simple. Era y soy oficialmente Edgardo Cirilo y Bernardo.
En el año 1946 la comunidad trataba en sendas reuniones sobre una fundación de un nuevo monasterio en Sudamérica. Ya había hecho otras fundaciones. El nuncio apostólico Monsr. José Fietta, al visitar el santuario y oyendo ese deseo, aconsejó fundar en Los Toldos, donde la Señora había edificado una hermosa capilla en memoria a su esposo y en beneficio de la población. El nuncio decía “esta excelente dama seguramente les ayudará a fundar allí la nueva comunidad benedictina, y eso ocurrió luego.
Luego de haber votado positivamente este proyecto, el Abad Benno decía que quería ser generoso, que iba a mandar a 6 padres y 6 hermanos. Me llamó pronto por recomendación de mi compañero José Felber y yo entendí que Dios me llamaba como a Abraham. Para eso tuve que dejar mucho, pero yo entendía que era el camino más humilde para llegar al cielo. Era una gracia que pude aceptar. Desde la solemne salida en la fiesta de pascua hasta nuestra llegada a Los Toldos el 3 de mayo de 1948 habría mucho que contar.
Que hermosa la llegada! Bajando del colectivo besamos la tierra prometida, nos sacamos una foto y entramos. Cantamos la Salve Regina a cuatro voces como en Einsieldeln y así iniciamos la vida monástica en este lugar. Al mes el prior Eugenio Pfiffnernos mandó a los 4 sacerdotes jóvenes a Institutos religiosos para que aprendiéramos castellano y viéramos cómo se enseña aquí. A mí me tocó ir al colegio Eimar en San Martín (BA) con 60 aspirantes. Trabajé duro enseñando y predicando. Y después de una enseñanza forzosa y muñido de un certificado de aptitud, volví a Los Toldos.
Se construyó el pabellón para una Escuela Agrícola. Lo que pedía la donante señora. El 21 de marzo de 1950 abrimos el colegio con 3 secciones en 3 aulas y 30 alumnos, y dos dormitorios con 30 camas.
Desde entonces hasta hoy resumiré lo que he vivido yo. Después de un mes de duro trabajo para limpiar el predio para las edificaciones que podríamos hacer enseñanza. Trabaje años en nuestra Escuela Agrícola Benedictina.
En el internado era maestro de grado, prefecto y más tarde Director. Los ex alumnos y sus padres nos manifiestan siempre gratitud.
No dejaba participar en la oración litúrgica. Cuando el Concilio Vaticano publicó las nuevas normas, permitiendo usar traducciones en el idioma vernáculo, los padres más jóvenes hicieron las traducciones y el Padre Fintan y yo les pusimos melodías para los himnos, antífonas y salmos. No tardé en comprender que Dios me dio la vocación del estudio de la historia de las tribus vecinas, estudio que se extendió sobre la zona de la llanura del Plata. Se dice que pueblo que no conoce su historia perecerá. Junté mucha documentación y publique unos cuantos libros sobre los orígenes de Los Toldos, Bragado y 9 de Julio.
Con los alumnos hice un importante estudio sobre la flora toldense, cuya colección pude dar a conocer por un CD.
Trabajé mucho hasta que me llegó el debilitamiento de la vejez y ahora tengo mi pieza en la enfermería.
Es bueno dar gracias al Señor.
Esto no quiere ser una autobiografía, excluyendo a mis hermanos y superiores no. Los quiero y los querré siempre. Que todo sea una oración a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Proclama mí alma la grandeza del Señor, y digo nuevamente con María nuestra madre santísima.

(Fuente: Periódico "Impacto", de la ciudad de Los Toldos)














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